PORTOLIO

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Fotografiar es mentir


Creo que no hay ni una fase del proceso fotográfico en el que no se mienta. Seguramente estés pensando que cuando hablo de mentira me refiero al procesado de las imágenes, a lo que, quizás, puedas contestar "¡No, yo casi no retoco mis fotografías!". Siento decirte que aunque no mientas en el revelado, ya has mentido al hacer la foto. Incluso antes de apretar el disparador. En el momento en el que escoges qué vas a fotografiar también escoges cómo vas a mentir.

Imagina que has decidido hacerle fotos a una amiga tuya. Lo primero que haces es escoger el sitio en el que vas a hacer la foto. ¿Vamos al parque? ¡Vale, vamos! Y ahí estás, haciéndole fotos a tu amiga.

Este parque es enorme y siempre está vacio. Está lleno de árboles que proporcionan sombra y llenan el suelo de florecillas rojas. Además, ese día soplaba viento y por eso le pedí a mi amiga que se sentara ahí.

En ningún momento he dicho que mentir en fotografía sea malo o deba evitarse, es algo que viene de serie con el lenguaje artístico fotográfico. En nuestro criterio está el potenciarlo o el "intentar" evitarlo. Si mentir forma parte de la fotografía, en mi opinión, debe potenciarse. Sacarle el máximo jugo, jugar con las mentiras para poder conseguir las imágenes que queremos realizar. De hecho, mentir puede llegar a resultar interesante porque puede ayudarte a inventar historias. ¿Cómo se crearían las narrativas fotográficas si no fuera por las mentiras?

2 comentarios:

  1. Yo voy más lejos de eso, creo que toda expresión de arte es como engañar a la persona que lo intenta apreciar ¿No te sientes así cuando haces un encaje y resulta que te sale mal? Pero puedes "truquearlo" e incluso sombrearlo para engañar al ojo, incluso las fotos que se pillan en el momento también es como una especie de mentira. Toda la razón llevas.

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  2. Exacto, veo que me has entendido perfectamente en lo que quería decir...

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